IDENTIFICAN ‘EVIDENCIAS’ DE QUE LA CIUDAD ROMANA DE MUNIGUA SUFRIÓ UN TERREMOTO COINCIDENTE CON SU DECLIVE
Un estudio acometido por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) e investigadores de las universidades Autónoma de Madrid, de Alcalá de Henares, de Salamanca, Politécnica de Madrid y de Sevilla, en torno a los daños y deformaciones que presentan las construcciones en estado de ruina del conjunto arqueológico de Munigua, localizado en Villanueva del Río y Minas (Sevilla), refuerza la hipótesis de que esta antigua ciudad romana sufrió un movimiento sísmico en un marco temporal que coincidiría con el de su «declive».
El estudio en cuestión, titulado ‘Análisis arqueosismológico del conjunto arqueológico romano de Mulva-Munigua. Resultados preliminares’, gira en torno al devenir del mencionado asentamiento, enclavado en las estribaciones de Sierra Morena, en los aledaños y la ladera de una colina de unos 150 metros de altura, en lo que actualmente constituye el término municipal de Villanueva del Río y Minas.
Esta población romana, según recuerda esta investigación recogida por Europa Press, habría sido fundada en el siglo I antes de la era actual para la explotación de los recursos mineros de la zona de Sierra Morena donde se ubica, –principalmente cobre y hierro–, prosperando hasta convertirse en «centro económico, político y religioso» de su entorno durante los cuatro primeros siglos de la era en curso.
Al respecto, estos investigadores del IGME, del departamento de Geología y Geoquímica de la Universidad Autónoma de Madrid; de la unidad de Geología de la Universidad de Alcalá; del área de Geología de la Escuela Politécnica de Ávila de la Universidad Salamanca; de la Universidad Politécnica de Madrid y del departamento de Geografía Física de la Universidad de Sevilla rememoran que los «principales edificios públicos» cuyas ruinas conserva el yacimiento arqueológico de Munigua están datados en el siglo I de la era actual.
Se trata en concreto de las termas, el templo de podio o el foro, por ejemplo, toda vez que hacia la «segunda mitad» del siglo III habría comenzado el «declive» del asentamiento, «perdiendo poco a poco su papel de centro económico y religioso» hasta ser «definitivamente abandonado» el enclave en el siglo VIII.
LA TEORÍA DEL MOVIMIENTO SÍSMICO
A continuación, los autores de este trabajo señalan que las excavaciones acometidas «en los últimos 40 años» en las ruinas de Munigua, en las que pesa el papel especial desempeñado por el Instituto Arqueológico Alemán, «parecen indicar un evento símico que afectó al asentamiento en la segunda mitad del siglo III» de la era actual, extremo defendido por el arqueólogo germano Thomas Schattner, especialmente ligado a las campañas de investigación desplegadas en el enclave.
Es decir que dicho movimiento sísmico habría acontecido «coincidiendo aproximadamente con el inicio del periodo de declive económico» de la ciudad, según la tesis de Schattner.
Al respecto, estos investigadores precisan que si bien «en el yacimiento son visibles numerosas estructuras deformadas susceptibles» de haber sufrido «un evento sísmico», lo cierto es que «estas deformaciones pueden haber sido producidas por otros procesos naturales» como por ejemplo «deslizamientos» de tierras, sobre todo teniendo en cuenta que parte de la ciudad fue construida en terrazas, sobre la ladera de la colina.
En ese sentido, la investigación acometida por estos especialistas ha implicado una «cartografía de efectos arqueológicos de terremotos» en este yacimiento, «inventariando un total de 85» registros distribuidos en las principales estructuras de la antigua ciudad, en alusión al santuario de terrazas, el foro, el pórtico de dos pisos, el templo del podio, las termas, la necrópolis y las siete viviendas excavadas hasta el momento.
«MUROS BASCULADOS Y COLAPSADOS»
En su mayoría, estos «efectos arqueológicos de terremotos» se traducen en «muros basculados y colapsados, caídas orientadas de pilares y columnas, desplazamientos, rotaciones de bloques y fracturas penetrativas» en las construcciones, siendo identificadas en los restos de dos de las viviendas un «mayor número de evidencias del terremoto de finales del siglo III».
En cualquier caso, el estudio de las «direcciones de máxima deformación» de las ruinas de Munigua y de «las orientaciones de los daños» refleja diversas «homogeneidades» y «preferencias». «En el caso de los muros basculados y colapsados, la rosa de orientaciones muestra una orientación muy homogénea», precisan por ejemplo estos investigadores, detallando que en términos generales, «aunque los datos presentan una dispersión importante, se puede establecer que la orientación principal (de las deformaciones) es compatible con un evento sísmico situado en el borde norte del Valle del Guadalquivir», si bien otra de las orientaciones «podría relacionarse con un evento posterior o más seguramente con procesos de carácter cosísmico o no en la ladera».
A tal efecto, los resultados del estudio, según concluyen los autores del mismo, «permiten apoyar la hipótesis de un evento sísmico que afectó al asentamiento», toda vez que aunque «con el estudio preliminar realizado no se puede establecer la edad de las deformaciones, la mayor parte de los daños analizados en la zona baja de la ciudad están datados arqueológicamente hacia finales del siglo III», es decir en el marco temporal correspondiente al declive de este asentamiento romano.