Nos han olvidados a nosotros. Cuando nos dimos la Constitución de 1978 nos comprometimos a – que nadie se quedaría atrás – . Con el tiempo se han buscado boquetes que adulteran el espíritu de la misma.

Se pretendió buscar la armonía en cada uno de los ciudadanos, y lo más importante la armonía entre todos los españoles. Unimos fuerzas, eficiencia e inteligencia; Todos juntos cooperamos para hacer una España más justa, sostenible e igual.

Hemos olvidado que los españoles (37 millones, con observadores, transparencia…etc.) elegimos a los políticos para que nos sirvan –en campaña nos explican si van a ejecutar una política de amor y placer o de miedo y violencia-.

Una vez efectuados los comicios, convocan a sus militantes y les preguntan qué camino deben coger para garantizar su bienestar.

Y entonces comienza la desfachatez (El gran castillo de fuegos artificiales con el que culmina las fiestas en pueblos y ciudades), ya que es políticamente correcto criticar a nuestra propia gente (que han votado en las elecciones), que criticar a los militantes.