La manía de tener que estar siempre posicionada. Siempre en un bando. Siempre en el lado correcto del tablero.

Esta sociedad, que navega desde hace demasiado mendigando en lo políticamente correcto, se ha creado una úlcera de estómago y una llaga en la lengua: No se puede decir lo que se piensa. Resta amigos, resta subvenciones, resta estatus… y resta y resta y resta. Y nadie dice: basta ya.

Sigo sin verme en las ‘manifas’ de tamborradas: no creo en ese feminismo que no me deja ser mujer.

Quiero ser libre sin que nadie catalogue mi humanidad; sin que nadie ponga precio a mi cabeza. Lo políticamente correcto es un negocio muy rentable.

Se lleva lo cochambroso, lo cutre, lo chabacano, lo grosero. Puntúa ser vulgar, ramplona y arrabalera. Lo ordinario es fino y delicado a oídos de quienes andan haciendo constante ruido de monedas en sus bolsillos.

No pienses, no mires, no escuches: no opines.

Mide tus palabras o los que todo lo saben aunque nunca pasaron por un pupitre [es moderno], se envolverán en la bandera de la verdad absoluta. Es trending topic ir contra todo y contra todos y todas y todes, aunque solo hasta cada 20 de junio: las olas del mar lo barren todo hasta septiembre.

Toca ser anti-todo, aunque cobren en un congreso ingentes cantidades de dinero por encarnar un paradójico dilema: «Es el sitio para protestar» – argumentan los antisistemas con olor a bronceador de hotel caro. Psss…

Toca la rima fácil, la broma fácil, el chiste fácil, el discurso fácil, la vida fácil: el llevárselo fácil y luego asegurar ante el atril que todo lo soporta: ‘No debemos avergonzarnos, solo fueron 700 millones de euros’ [Caso Eres-Psoe], ‘no debemos pedir perdón por robar 40,7 millones de euros, eso es del pasado’[Caso UGT], ‘No sabía que tenía un Jaguar en mi garaje‘ [Caso PP] … y lindezas de este calibre que duran en la retina lo que una pompa de jabón en una chimenea: ‘Corre que empieza el debate de Gran Hermano!’

Hemos pasado del ‘como dijo Dickens o Groucho o Lope de Vega’ al ‘como dijo Belén Esteban, la Pantoja o la bruja Lola’… y esto debería hacernos reflexionar: hemos perdido el norte y la brújula viste lazo amarillo. O estamos opacando a los verdaderos protagonistas de nuestro tiempo -que los hay- o hace tiempo que escogimos adorar el becerro de oro. O ambas cosas.

Miren ustedes, esta anciana que lo ha visto todo porque nunca cerró los ojos, no entiende lo que está por venir y nada tiene que ver con ser de otra generación: si el Fun Fun son vacaciones, ¿también serán valores no? Si son regalos de Reyes Magos, ¿también serán rezos no?

Dejar el sitio a una anciana como yo en un autobús o a una embarazada es de fachas, es antiguo. Abrir la puerta a una mujer: machista. Decidir lo que quiero que estudie mi hijo o mi nieto: retrógrado. Que no me guste ver por la calle como se magrean dos delante de unos críos: de antigua. Y no entiendo nada, y todo me da ¡tanta pena!…

Cogemos las vacaciones del interés te quiero Andrés. Porque como no puedo devolver el descomunal [curiosa palabra] dinero que me ingresan, ni puedo ir a trabajar porque está cerrado, y me obligan a coger puentes… protesto -que es muy rentable- lo que a ciencia cierta sé que nunca me quitarán: y que el palo y el agua lo busquen quienes pagarán mi jubilación. La política es rentable y cómoda, y se mide en ‘shares de audiencia’.

Se alza el telón y protesto airosamente contra el sistema: se cierra el telón y me llevo hasta el telón… por sistema.